Honestidad, corrupción y viveza criolla
Cuando la ambición y el poder corrompen se deja de lado la vía segura de la decencia, de la honestidad, se comienza a incursionar por atajos donde empiezan a aparecer toda clase de problemas y el camino que parecía mas corto se convierte también en el mas peligroso.
Los políticos llevan consigo el poder de la representación de la gente, poder que permite hablar en voz más alta y que trae aparejado una enorme responsabilidad, tienen que tomar las decisiones que crean adecuadas a las opiniones de sus representados.
En el momento en que un político intenta tomar un atajo tiene que sortear los problemas y en esa situación quiero hacer hincapié, al tratar de resolverlos su enfoque ya no está con la gente ni con las decisiones que tiene que tomar. A veces esto suele ser visto como una simple picardía, llegando a sonar como broma y hasta se puede oír decir que son muy “vivos” dando alusión a la viveza criolla. No es que moleste tanto el hecho de saber que pueden usar todo su potencial en beneficio de la sociedad sin sacrificar parte del esfuerzo para sus individualismos, lo que indigna es que el nivel de las decisiones que toman convierten estas “avivadas” en algo mucho mas grande y no exagero en decir que un político corrupto es un asesino.
Ejemplos lamentablemente abundan pero como para ilustrar lo que digo les puedo presentar el caso en que un político daña el proceso de licitación para realizar negocios con una empresa amiga la cual luego facturará con sobreprecios. Ese gasto innecesario de la diferencia entre el valor dado y el costo real lo paga el estado y a muchos les cuesta relacionar esto con que lo público es de todos. Ese sobreprecio puede ser el alimento de alguien. Ese sobreprecio pudo haber sido utilizado para hacer una avenida necesaria para estabilizar problemas de tránsito en un sector que como hoy no existe una madre llora la muerte de su hijo en un “accidente”. Si pensamos que ese accidente pudo y debió haber sido evitado, la responsabilidad es la misma que antes mencionaba y cae inmediatamente sobre quién toma las decisiones que seguramente estará buscando la forma de solucionar nuevos problemas de nuevos atajos. Ya no es el mismo que la gente cree y sus complicaciones ahora giran en torno a tratar de que sus representados no lo noten, y, mientras tanto, decae su preocupación sobre los verdaderos problemas, se olvida de los problemas del pueblo.
Los políticos llevan consigo el poder de la representación de la gente, poder que permite hablar en voz más alta y que trae aparejado una enorme responsabilidad, tienen que tomar las decisiones que crean adecuadas a las opiniones de sus representados.
En el momento en que un político intenta tomar un atajo tiene que sortear los problemas y en esa situación quiero hacer hincapié, al tratar de resolverlos su enfoque ya no está con la gente ni con las decisiones que tiene que tomar. A veces esto suele ser visto como una simple picardía, llegando a sonar como broma y hasta se puede oír decir que son muy “vivos” dando alusión a la viveza criolla. No es que moleste tanto el hecho de saber que pueden usar todo su potencial en beneficio de la sociedad sin sacrificar parte del esfuerzo para sus individualismos, lo que indigna es que el nivel de las decisiones que toman convierten estas “avivadas” en algo mucho mas grande y no exagero en decir que un político corrupto es un asesino.
Ejemplos lamentablemente abundan pero como para ilustrar lo que digo les puedo presentar el caso en que un político daña el proceso de licitación para realizar negocios con una empresa amiga la cual luego facturará con sobreprecios. Ese gasto innecesario de la diferencia entre el valor dado y el costo real lo paga el estado y a muchos les cuesta relacionar esto con que lo público es de todos. Ese sobreprecio puede ser el alimento de alguien. Ese sobreprecio pudo haber sido utilizado para hacer una avenida necesaria para estabilizar problemas de tránsito en un sector que como hoy no existe una madre llora la muerte de su hijo en un “accidente”. Si pensamos que ese accidente pudo y debió haber sido evitado, la responsabilidad es la misma que antes mencionaba y cae inmediatamente sobre quién toma las decisiones que seguramente estará buscando la forma de solucionar nuevos problemas de nuevos atajos. Ya no es el mismo que la gente cree y sus complicaciones ahora giran en torno a tratar de que sus representados no lo noten, y, mientras tanto, decae su preocupación sobre los verdaderos problemas, se olvida de los problemas del pueblo.
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